Junto al acceso al ascensor de la Alcazaba de Málaga, hay una vieja cancela con un cerrojo que esconde detrás de ella una parte de la historia de la Málaga desconocida. Seguramente para muchos habrá pasado desapercibida, pero tras esa puerta se esconde un fascinante refugio antiaéreo de la Guerra Civil. Un trocito de nuestra historia en pleno centro de la ciudad que lleva más de 85 años oculto a ojos de la mayoría de transeúntes.
En 1936 en plena Guerra Civil, la aviación de los nacionales tenía como principal objetivo el Banco de España y se construyó un refugio antiaéreo en la calle Guillén Sotelo, a espaldas del Banco de España, para resguardar de las bombas a los cargos republicanos del Ayuntamiento que no disponía de un sótano.
Una puerta corredera de hierro y con malla impide la entrada de gatos y palomas. Desde la calle se aprecian cinco metros de profundidad y a la derecha hay un pequeño hueco que no va a ninguna parte, porque el camino de la izquierda es el proyectado como refugio contra los bombardeos. Son 50 metros de un estrecho pasillo excavado en la pizarra del cerro de la Alcazaba, en dirección a la Aduana, excavado hasta la entrada trasera del Rectorado, pasadizo estrecho, oscuro, que tuvo en su momento hasta conducción de luz.
El camino hay que hacerlo en su mayor parte agachado y atento al piso de tierra, que sube y baja por los desprendimientos. Poco antes de llegar al final, a la derecha aparecen ocho huecos cuadrados en una pared de ladrillo, seguramente para guardar pertenencias.
En mitad del camino aparece una bovedilla de ladrillo y trazada en cemento una inscripción: Junio 1939, dos meses después de finalizada la Guerra Civil. El refugio antiaéreo sólo se utilizó durante el periodo republicano, pues a partir de febrero del 37, con la ciudad tomada por las tropas de Franco, no hubo ningún bombardeo republicano a Málaga.