«He vivido en muchos países, en muchas ciudades y en muchos sitios, pero para mí ‘La Baltasara’ es esencial». Así hablaba el poeta Antonio Gala de su residencia de verano en Alhaurín el Grande, una casa de campo del siglo XVIII. La finca La Baltasara fue el espacio de retiro del poeta desde 1987, convertida ahora en casa museo y espacio multidisciplinar, para la creación artística de la mano del legado del poeta, conservado tal y como lo dejó antes de trasladar su residencia a Córdoba en 2018, donde ha fallecido en 2023.
«Vine a vivir a Alhaurín el Grande porque aquí vivía Gerald Brenan, que tenía 90 años y era como un ser inmortal. Y sin embargo, el día que vine, se murió». Antonio Gala contó varias veces esta anécdota, que resume el origen de la vinculación del escritor con el pueblo que lo convirtió en Hijo Adoptivo en 2012. Fue en 1987 cuando el famoso poeta, novelista, dramaturgo y articulista se enamoró de la finca La Baltasara, situada a las afueras de la localidad y que fue durante más de 30 años su refugio estival e invernal y cuando vendió su casa de Madrid, se convirtió en su residencia habitual. Durante los primeros años, su relación con el pueblo de Alhaurín sería más estrecha: por allí se le podía ver en época de procesiones, o en céntricos bares como el Costales. Aunque sus estancias en la finca aumentaron, su contacto con los vecinos disminuyó en los últimos años de su estancia en Alhaurín, sin faltar a la entrega del premio de poesía que lleva su nombre.
La obra del escritor está llena de referencias a Alhaurín el Grande, como en ‘El poema de Tobías desangelado’ (2005) o ‘Los papeles del agua’ (2008), cuya protagonista se inspira en un personaje local.
La finca La Baltasara es una típica casa de campo del siglo XVIII, con 380 metros cuadrados distribuidos en varias estancias, una vivienda principal de 290 metros cuadrados rodeada de una frondosa finca con jardines y huertas de más de 30.000 metros cuadrados de extensión. La casa conserva una muestra de todo el mobiliario, enseres, objetos personales y biblioteca que el escritor albergó en la que fuera su residencia de verano desde los años ochenta. Todo permanece intacto en la finca, incluso los restos de Rampín, Zegri o Zahira, algunos de sus queridos compañeros perrunos, que descansan en un rincón destacado del jardín.
Tras su marcha a Córdoba, la finca de La Baltasara quedó vacía, y fue adquirida por el Consistorio alhaurino en 2020. Ahora es el encargado de la gestión del espacio cultural, en virtud a un convenio de colaboración con la Fundación Antonio Gala para jóvenes creadores y donde se desarrolla un conjunto de programas de actividades culturales con conciertos, teatro, exposiciones y presentación de libros, entre otras iniciativas.
Esta finca, de la que se respetó la arquitectura campesina malagueña del siglo XIX, y que enamoró al escritor a finales de los años ochenta, fue al menos durante tres décadas, un lugar oculto al gran público.
Era el jardín secreto de Gala y sus amigos más íntimos: sus invitados al jardín. Ese “paisaje verde y escalonado, ese cielo diáfano, esa luz incansable…”, tal como lo describe él mismo, conformaba un espacio de soledad: la soledad sonora, elegida por el propio Gala.
Antonio Ángel Custodio Sergio Alejandro María de los Dolores Reina de los Mártires de la Santísima Trinidad y de Todos los Santos Gala Velasco (2 de octubre de 1930, Brazatortas – 28 de mayo de 2023, Córdoba), conocido universalmente como Antonio Gala, fue un escritor español.
Durante muchas décadas, Antonio Gala triunfó en todos los géneros literarios que tocó –teatro, novela, poesía- y fue una figura extremadamente popular en la sociedad española, con una imagen pública de dandi ingenioso, irónico y muy culto.
Su padre era médico de una antigua y distinguida familia cordobesa, que, cuando nació, ejercía su profesión en La Mancha. Regresaron a Córdoba poco antes del estallido de la Guerra Civil. Su infancia estuvo marcada por la temprana muerte de su hermano Luis, al que estaba muy unido, y a una difícil relación con su madre, Adoración Velasco. A pesar de esto, siempre recordó su niñez en Córdoba como un paraíso perdido y se identificó profundamente como cordobés y andaluz.
Fue un niño prodigio, muy aficionado a la lectura, en particular a la historia, la poesía y la filosofía. Se cuenta que escribió su primera obra de teatro a los siete años. Sólo con catorce impartió una conferencia en el Real Círculo de la Amistad, Liceo Artístico y Literario de Córdoba. De este modo, adelantó varios cursos y, sólo con quince años, ingresó en la Universidad de Sevilla. Cursó las carreras de Derecho, Filosofía y Letras y Ciencias Políticas y Económicas, licenciándose con brillantez en todas ellas.
Aunque él aspiraba a convertirse en poeta, su padre le presionó para preparar oposiciones al Cuerpo de Abogados del Estado. Mientras realizaba su servicio militar obligatorio, estalló un escándalo, cuando fue sorprendido en un momento íntimo con otro recluta. Para ocultar este hecho, y no pasar por un tribunal militar, tuvo que ingresar en un convento de los cartujos en Jerez, un periodo que aprovechó para ampliar sus estudios.
Tras ser expulsado de la orden religiosa, huyó a Portugal, donde llevó una vida dedicada a la bohemia, ganándose el sustento como profesor independiente de filosofía e historia del arte. Posteriormente, se instaló en Roma, donde fue el primer español en dirigir la famosa galería-museo de La Borghese.
Su carrera literaria, una de la más exitosas de la historia de la literatura española, se inició en 1959, con su primer libro de poesía, Enemigo íntimo, accésit del Premio Adonáis. Empezó entonces una serie de colaboraciones con la prensa de la época, que le permitieron subsistir, desde 1963, como escritor profesional. En 1973, su salud sufrió un duro percance, debido a una perforación del duodeno que le llevó cerca de la muerte. Durante la larga convalecencia, empezó a utilizar un bastón, un objeto que, desde entonces, estaría inseparablemente unido a su figura. Llegó a reunir más de tres mil, una colección nutrida a través de regalos de amigos y admiradores de todo el mundo.
Su primera fama le llegó como dramaturgo. En 1963, ganó el Premio Nacional de Teatro Calderón de la Barca. Más tarde, llegarían otras obras de éxito, como Anillos para una dama (1973), Las cítaras colgadas de los árboles (1974), ¿Por qué corres, Ulises? (1975), Petra Regalada (1980) o Los bellos durmientes (1994). Muchas de sus obras fueron estrenadas por su íntima amiga, la actriz Concha Velasco. También escribió el libreto de una ópera Cristobal Colón, sobre el navegante, estrenada en el Liceo en 1989.
Al tiempo, continuó publicando libros de poesía como Testamento andaluz (1998) o El poema de Tobías desangelado (2005). La mayor parte de su obra lírica se recopiló en sus Poemas de amor (1997), que en sus sucesivas ediciones ampliadas llegó a vender más de medio millón de ejemplares, lo que hace de este libro uno de los mayores, si no el mayor, bestseller de la poesía española.
No fue hasta 1990 cuando publicó su primera novela, El manuscrito carmesí (1990, Premio Planeta), una biografía novelada de Boabdil, el último rey de la Granada nazarí, con un éxito clamoroso. A esta la siguieron otras ocho novelas, y algunos libros de relatos. Varias como La pasión turca (1993) y Más allá del jardín (1995) fueron trasladas a la gran pantalla, con resultados desiguales; Antonio Gala se mostró muy crítico, sobre todo con la película que Vicente Aranda hizo de la primera. También escribió los guiones de varias series para TVE, como Paisaje con figuras, en la que realizaba retratos dramatizados de personajes importantes de la historia de España. También hay que citar su autobiografía, Ahora hablaré de mí.
Entre 1976 y 1998 escribió en El País artículos bajo el título de Charlas con Troylo, y entre 1992 y 2015 en El Mundo, a los que titulaba como Troneras. Antonio Gala también fue un reconocido especialista en el mundo árabe, y presidió la Asociación de Amistad Hispano-Árabe; y por ese motivo, visitó muchos países islámicos. De hecho, le gustaba recordar que Córdoba era el lugar de nacimiento del gran filósofo andalusí Averroes, del sabio judío Maimónides y de uno de los padres del estoicismo, el romano Séneca, y que esas tres influencias se reunían en la identidad cultural andaluza.
Pasó sus últimos años entre su finca de Alhaurin, La Baltasara, y Córdoba. Este periodo fue oscurecido por el fallecimiento de alguno de sus mejores amigos, como el escritor catalán Terenci Moix. En 2011, hizo público que padecía cáncer. Si bien, logró superarlo, su salud nunca se recuperó por completo y, en su última década de vida, hizo contadas apariciones en público.
La Baltasara se encuentra entre el río Fahala y la Cuesta de los Valientes, en las afueras del municipio de Alhaurín el Grande.
Dirección:
Partida Fahala 8D (Cuesta de los Valientes s/n)
Precios:
3€ entrada general
1€ entrada reducida*
Menores hasta 5 años gratuito
* Más información sobre fechas de apertura y entradas reducidas.
Horarios:
Miércoles a domingo (10:00h-15:00h)
Lunes a Martes cerrado.