Manuel de Guzmán López (Motril), Romance de Zamarrilla, de su poemario Tierra de olivos:
Corriendo baja la sierra
espectro de un alma en pena
su sangre, un río de angustia
huye a la muerte que espera
y tras sus pasos marcados,
repican como tambores
cuadrilla de arcabuceros
pisándole los talones.
Entra en Málaga el bandido
al que llaman Zamarrilla
y en un ademán de astucia se
camufla en una ermita.
Sus ojos refulgen ávidos,
de odio, sangre y venganza,
sus manos sostienen firmes
un puñal color de plata.
Mas al girar la cabeza
En la ermita blanqueada
siente helarse entre las venas
su sangre fuego escarlata.
En el fondo de la iglesia
hay, más puro que la luna
un rostro dulce y sereno,
la Virgen de la Amargura.
Tiembla el cuchillo en sus manos
tiembla su cara morena,
como ríos en sus mejillas
corren lágrimas de seda.
El puñal se le ha caído
a los pies de la señora
y burla tras de su manto
la guardia de la corona.
Zamarrilla agradecido
le regala a aquella Virgen
la más pura rosa blanca
que encontrara en los jardines,
puesta está sobre su pecho
blanca está como la ermita,
cuando en roja se ha cambiado
ante su cara divina.
Han pasado muchos años,
ya está muerto el bandolero
ya están en polvo tornados
los despojos de sus huesos,
mas cada Semana,
la Virgen desde su ermita,
pasea las calles a hombros
y la llaman Zamarrilla,
sobre el sudor trinitario
y ante el pueblo que la ensalza
luce la roja más roja
de los jardines de Málaga.