Me gusta mucho mirar al cielo y observar las nubes, sobre todo los instantes antes de comenzar a llover, el cielo se torna gris y en la Capital de la Costa del Sol no estamos acostumbrados por suerte. No se me da mal conocer con certeza cuando va a llover, e incluso los minutos que faltan.
Pienso que existe una relación directamente proporcional entre lo desagradable que sea el día y la amabilidad de la gente. Y está claro que los días de lluvia con viento son los peores, se te corta el cuerpo y no tienes ganas de nada. Estos días tenemos que ser más simpáticos para compensar la carencia o disminución de simpatía de la gente.