En octubre de 1851 dos peones encontraron en un talud del que se extraían arcillas en la zona de El Ejido dos tablas de bronce. En la mayor de ellas estaba grabada parte de la Lex Flavia Malacitana (la primera ley municipal malagueña). Se trata de uno de los vestigios históricos más importantes de la ciudad que, sin embargo, está depositado en el museo Arqueológico Nacional de Madrid.
La Lex Flavia se redactó entre el año 81 y el 96 después de Cristo, en la época de Domiciano, sin embargo se considera que la Málaga romana tuvo su máximo esplendor con Octavio Augusto. La tabla malagueña, de unos 90 kilos de peso, abarca desde el capítulo 51 al 69. Por ello se cree que tuvo que existir otras cuatro más. No obstante, el hallazgo permitió estudiar la legislación romana en Málaga.
Cuando los obreros encontraron el bronce lo vendieron a un artesano que pensaba fundirlo. Antes de que fuesen fundidas, la noticia de la existencia de dichas tablas llegó a oídos del matrimonio malagueño formado por Amalia Heredia Livermore y Jorge Loring Oyarzábal, quienes adquirieron las tablas con el fin de iniciar así una colección arqueológica. Con posterioridad, Manuel Rodríguez de Berlanga y Rosado, cuñado de Jorge Loring, estudió, tradujo y divulgó entre los especialistas la Lex Flavia Malacitana, trabajos por los que fue nombrado Caballero de la Rel Orden de Isabel La Católica.
Durante años, estas tablas fueron expuestas en el Museo Loringiano de la Finca de la Concepción, pero los Loring decidieron vender su colección de bronces jurídicos al Estado para evitar de este modo que este valioso hallazgo se dispersara tras su muerte. Así pasaron a formar parte de los fondos del Museo Arqueológico Nacional. Actualmente, el Ayuntamiento posee una copia de dichas tablas que expone en su Salón de Plenos.
El centro de interpretación del Teatro Romano, tiene grabada en su fachada la Lex Flavia Malacitana.
La asociación Zegrí, dedicada a la difusión de la riqueza patrimonial malagueña, hace años propuso la creación de un monumento a la figura del emperador Octavio Augusto. Con una reproducción exacta de la Lex Flavia en el pedestal de la estatua y su traducción al castellano. Pero no se ha vuelto a saber nada de este asunto. La estatua hubiese ido frente al Teatro Romano.