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El Caudillo Muladí Malagueño Omar Ben Hafsún


LA VERDADERA HISTORIA DE BOBASTRO & OMAR BEN HAFSÚN
(EL CAUDILLO MULADÍ MALAGUEÑO OMAR BEN HAFSÚN, PESADILLA DE LOS EMIRES DE CÓRDOBA)

Subiendo por la carretera de Álora hacia El Chorro, se puede llegar hasta las Mesas de Villaverde. En la lejanía, si el día está claro, se recorta el castillo de Teba. Era el bastión norte de defensa más próxima a Bobastro.

Este es para muchos un lugar sagrado. Un lugar donde se forjo la leyenda de un hombre que se relevó contra el poder abusivo del califato cordobés y de las humillaciones de sus ejércitos. Uniendo a las tribus andaluzas en un solo ejercito que hizo temblar al califato cordobés.

Mucho se discutió y disputó sobre su ubicación. Lo pusieron en Comares, en la Axarquía veleña. Se lo llevaron hasta tierras de Huesca, en Aragón, en las proximidades de Barbastro. Levi Provençal y Simonet lo colocaron aquí, en las Mesas de Villaverde, término municipal de Ardales. Los historiadores más rigurosos han aceptado esta tesis y hoy se admite su localización sin casi ninguna discrepancia.

Bobastro fue un enclave de suma importancia donde se presenta cara al hombre más importante del Occidente de aquellos tiempos: el califa de Córdoba. Estuvo fortificado con un alcázar militar ?del que prácticamente no se conserva nada? y poseyó una iglesia rupestre mozárabe, única en su género, de la que quedan importantes restos. Excavada en la roca arenisca, le dan un aspecto más rústico y primitivo, diferente al que poseen otras iglesias de características similares y de la misma época. Tiene planta basílica con tres naves. La iglesia se construyó en una fecha cercana a la del castillo. Es de estilo mozárabe. Con tres naves separadas por pilares y arcos de herradura. Tiene tres capillas en la cabecera, siendo la central en forma de arco de herradura y cuadradas las dos laterales. Sus dimensiones son de 18 metros de largo por 9 de ancho y 5 de Alto. El conjunto se completa con varias estancias, dos silos y un gran aljibe. Nos encontramos sin duda alguna, ante una gran joya de la arquitectura medieval. Se dice que en esta iglesia rupestre se convirtió al cristianismo Omar Ben Hafsun, cambiando su nombre por el de Samuel, según relata el director de Patrimonio de Ardales, Pedro Cantalejo.

Una vez arriba podrá admirar todo lo que se extiende a su vista. Primero el paisaje. Es sobrecogedor el corte sobre el abismo, la lejanía que se recorta, casi en la mar, frenada por los montes de Málaga y la Sierra de Mijas si se mira a las tierras del sur. Aquí casi siempre hace viento, pero no molesta, es de esos que se agradece. Resguárdese y medite un poco, si dispone de tiempo, sobre la figura de este hombre excepcional que vivió hace más de mil años.

Omar Ben Hafsun se significó por su talante militar, era un guerrillero nato? ?¡¡¿Hasta cuándo vais a soportar el duro yugo del sultán, que os quita vuestros bienes y os cobra injustos impuestos mientras los árabes os insultan, os humillan y os tratan como esclavos?!!!?, huido de la justicia, acusado de asesinato de un convecino y refugiado en el Riff, en una montaña con parecidas características a las que ofrecen las Mesas de Villaverde.

Desde las Mesas de Villaverdes dominaba cuatro puertos de mar: Cádiz, Algeciras, Málaga y Almería, y era el centro estratégico de Andalucía, con distancias semejantes entre Granada y Sevilla, Córdoba y el Estrecho. No exento de un marcado sentido religioso, Omar se convierte al final de sus días al cristianismo, y su hija Argentea es martirizada en Córdoba en aras de su fe. Pero, ¿quién era este Omar Ben Hafsún?

Omar ibn Hafs ibn Ya`f?r conocido en la historiografía española como Omar Ben Hafsún nació en Ronda ó cerca de ella, en Parauta, en el seno de una familia muladí, (esto es cristiano converso al Islam), de nobles antepasados visigótica (se dice que del rey visigodo Witiza), su abuelo Chafar Ben Salim fue el primer musulmán de la familia que, como otros muchos cristianos de la época se convirtió para poder eludir la mayor cantidad de impuestos (las capitaciones) que los cristianos estaban obligados a pagar para poder conservar su fe. Su padre Hafs (el cual murió bajo las garras de un oso) partiría desde Ronda hacia una alquería llamada la Torrecilla, cerca de Parauta donde nacería probablemente Omar y sus dos hermanos Ayyub y Chafar.

La vida de Omar ben Hafsún fue la de un espíritu rebelde que ha dado a la historia infinidad de interpretaciones, de adhesiones y de rechazos. Lo que es cierto es que, independientemente de la valoración de su figura, Ben Hafsún protagonizo uno de los capítulos más interesante en los albores del Al-Andalus, creando un ?Estado? embrionario, aunque no reconocido, que llegó a dominar los territorios de las actuales provincias de Cádiz, Servilla, Córdoba, Jaén, Granada, Almería, Murcia y especialmente, la de Málaga, donde tuvo su cuartel general en Bobastro/Las Mesas de Villaverde (Ardales).

Parece que el joven Omar era bastante fogoso y a raíz del enfrentamiento con algunos soldados árabes del gobernador de Málaga, los cuales daban un trato vejatorio a los españoles, ya fueran conversos musulmanes (muladíes) o se mantuvieran cristianos (mozárabes) y al asesinato de un pastor bereber el cual descubrió que era el ladrón que robaba el ganado a su abuelo y a diversos conflictos por las coras de Rayya y Takoronna, debe huir de la justicia yéndose al Norte de África después de ser capturado por el walí de Málaga, que ignorante del asesinato que cometió en Ronda, sólo lo mandó azotar (50 latigazos). Concretamente huye a Tahert (actual Argelia), donde trabajó como sastre. Allí le descubre un anciano y le exhortó a volver a tierras malagueñas, donde sería el «amo de los Banü Umaya» y «rey de un gran reino»,volviendo a las inaccesibles montañas del Alto Guadalhorce, (Desfiladero de los Gaitanes), refugiándose en las ruinas de un viejo castillo que será el inexpugnable Bobastro.

En el año 880 d.C. aprovechando el creciente caos interno de Al-Andalus decide regresar. Con el apoyo de su tío Mohadir reúne una partida de unos cuarenta jóvenes mozárabes, muladíes e incluso bereberes descontentos con la aristocracia Árabe dominante del país, penetró en las montañas (de Bobastro) y se hizo amo de ellas. Donde se instala, su autentico cuartel y ciudad hecha a su imagen y semejanza.

Desde ese momento se intensifican sus enfrentamientos con el Emirato Cordobés. Al principio, los omeyas lo ven como un simple bandolero, pero pronto empezaría a preocuparse. Sus huestes se hicieron muy poderosas y numerosas y luchaban con gran valentía en clara rebeldía contra el poder de los emires de Córdoba. Su soldadesca le llamaba cariñosamente «El capitán de la gran nariz». El emir de Córdoba, Muhammad I envía una fuerte contingente por lo que Omar se rinde pactando entrar al servicio del emir con sus hombres, (año 883 d.C.). Allá por donde pasaban, las gentes vitoreaban a Omar y a sus hombres, por lo que el emir de Córdoba, Muhammad I, lo tomó como guardia personal a su servicio y junto al general Hashim ibn Abd al-Aziz participó en duras batallas llegando a intervenir en una aceifa por tierras de Álava, como la de Pancorbo, donde demostró su bravura ante el enemigo.

De hecho, se le concede la gobernación de la Cora (provincia) de Rayya con capital en Archidona. Pero Omar al ser muladí y no árabe de raza y tras las humillaciones, menosprecios e insultos por parte de los altos mandatarios del emirato de Córdoba y lejos de obtener un reconocimiento a su valía y a la de sus hombres, llegando incluso a la falta de víveres o, en su defecto, cuando se la hacían llegar en mal estado, decide abandonar Córdoba y sigue con su vida rebelde regresando a Bobastro dos años después, recibiendo a cientos de partidarios mozárabes, muladíes e incluso beréberes unidos contra la aristocracia de origen árabe que les dominaba. Rebelándose contra el emir, conquistó un gran territorio, en concreto se apoderó de fortalezas como las de Comares, Mijas y Autha (junto a Riogordo), gracias a un grandioso despliegue militar, las cuales demostrarían la imparable supremacía militar de Omar.

Tras la toma de dichas plazas, se le suman otros rebeldes que dominaban territorios en las provincias de Granada y Córdoba hasta extender su dominio por buena parte del sur del Al-Andalus.

En el año 886 Ibn Hafsún pacta con otros rebeldes, los Banu Rifá que dominaban Alhama y su sierra y debe hacer frente a las tropas del gobierno al mando del príncipe heredero Al-Mundhir. Pero cuando está a punto de ser derrotado muere el emir Muhammad I el 4 de agosto del 886 y Al-Mundhir debe regresar a Córdoba para hacerse cargo del país. Sin embargo, en su retirada, Ibn Hafsún envía un ataque en el que fallece el emir, que será sustituido por su hermano ?Abd Allah, con quien comienza un periodo de grandes enfrentamientos internos que el rebelde de Bobastro aprovecha para reorganizarse y firmar nuevos pactos con otros insurgentes del sur de Al-Andalus. Es el momento en el que las tropas hafsuníes toman Estepa, Osuna, Écija, Baena y Priego, además de realizar incursiones incluso en las proximidades de la metrópolis cordobesa; reclutando campesinos para hacerse con el control absoluto de las coras de Takoronna (Serranía de Ronda) y Rayya (Málaga-Axarquía) y apoderándose posteriormente de Iznájar y Priego haciendo desde ellas incursiones por Cabra y Jaén.

Durante el breve emirato de Al-Mundhir (886-888), Ibn Hafsün consolida su poder en dos sentidos: por una parte, amplía su radio de influencias hacia el Sur, controlando los castillos situados entre Alhama y el mar, y hacia el Nordeste (Priego, Cabra, Alcaudete, alrededores de Jaén, Iznájar, Lucena, etc.); Por otra parte, Ibn Hafsün creó una red de fidelidades y unas ciertas estructuras de poder que facilitaron el control sobre estas zonas. Es famoso y altamente significativo el discurso que lanzó a sus seguidores: «¡¡¡Desde hace demasiado tiempo habéis debido soportar el yugo del sultán, que os quita vuestros bienes y os cobra impuestos aplastantes, mientras que los árabes os llenan de humillaciones y os tratan como esclavos!!!» Se pone claramente de manifiesto en estas palabras el carácter de la revuelta indígena contra el monopolio estatal ejercido por los árabes y expresado por una dura fiscalidad.

Ibn ‘Idärï relata que Ibn Hafsün fundó su poder mediante el establecimiento de unas sólidas relaciones de fidelidad con quienes le seguían, y a quienes repartía el botín obtenido en sus expediciones; una justicia expedita y rudimentaria hacía que, en sus dominios, una «mujer que llevase consigo su dinero y enseres podía ir sola de una ciudad a otra sin que fuese molestada».

En el cenit (apogeo) de su poder, Omar Ben Hafsún dominaba las provincias de Málaga y Granada (donde el Emirato tuvo que reconocerle oficialmente como gobernador) y tenía intensas relaciones con los rebeldes de Jaén. En su lucha contra los Omeyas le apoyaron sobre todo los bereberes y los mozárabes.
La reacción del emir Al-Mundhir no se hace esperar: tras unas expediciones favorables contra Cabra y Lucena sigue el asedio de Bobastro siendo el propio emir quien ponía sitio a Bobastro en la primavera del 888, tomando Archidona donde los muladíes se rinden siendo ejecutados los defensores mozárabes, cuyo jefe es crucificado entre un perro y un cerdo. Lo mismo ocurre en Priego que también es recuperada. Para poder escapar del castillo Qämara (Campo de Cámara entre Casabermeja y Colmenar), donde estaba asediado, Ibn Hafsün aparentó -como tantas veces lo haría- someterse al emir a cambio de la amnistía, pero Ibn Hafsún rompe la tregua cuando el emir ya se retiraba lo que provoca la ira de Al-Mundhir que promete no levantar el cerco mientras el rebelde no se rinda, y desde luego no lo levanta pues el emir de Córdoba enferma y tiene que llamar a su hermano Abd Allah que cuando llega lo encuentra ya muerto, el 29 de junio del 888. Abd Allah intenta ocultar la muerte durante tres días pero al no caer Bobastro lo anuncia a las tropas, que se desbandan regresando a Córdoba. Un pequeño cortejo fúnebre, al enterarse Omar Ben Hafsún, ataca la comitiva pero el nuevo rey Abd Allah le pide que respete al difunto y Hafsún así lo hace. Cuando se levantó el asedio y una caravana de acémilas, cargadas de regalos para el rebelde arrepentido y su familia, se dirigía a Bobastro, Ibn Hafsün volvió a la disidencia, diciendo inequívocamente a sus partidarios: «Yo soy vuestro supremo jefe». Al-Mudir estrechó el cerco sobre Bobastro, al pie de cuya fortaleza encontraría la muerte; y allí mismo sería proclamado ‘Abd Alläh como nuevo emir de Al-Andalus.

Durante el emirato de Abdallah las rebeliones internas en Al-Andalus se confirman, Omar ben Hafsún aprovecha para firmar alianzas con otros rebeldes muladíes como Ibn Mastana en las montañas cordobesas e Ibn al Saliya en Jaén, beréberes como los Banu Jalí de Cañete e incluso árabes como los Banu Hayyay de Sevilla, llegando de este modo a suponer esta alianza una mortal tenaza al emir aunque no es un reino unido bajo Ibn Hafsún como algunos historiadores afirman, ni una revuelta exclusiva de muladíes contra árabes como demuestra la composición étnica de la alianza. Con todo Omar ben Hafsún toma Estepa, Osuna y Ecija en el año 889, conquista Baena masacrando a sus defensores por lo que Priego y el resto de la Subbética se rinden sin luchar y sus tropas hacen incursiones cerca de la capital, Córdoba. Era un amplio estado, desde Elvira y Jaén por el oeste y por el este hasta la región de Sevilla, y llegando incluso hasta Córdoba.

El amplio estado que ya controla Omar Ibn Hafsún establece impuestos sobre la población para lo que busca una legitimidad oficial que le lleva a enviar emisarios en el 891 a los Aglabíes de Túnez que reconocían al califa de Bagdad con el que estableció contactos primero con los aglabíes y luego con sus vencedores, los fatimíes sin importarle que eran shiíes pese a que la población seguía la doctrina sunní sentando las bases de un Estado alternativo al que representaba el de los Omeyas de Córdoba. Además de las provincias de Badajoz y Zaragoza. De hecho desde las mezquitas controladas por Ibn Hafsún se lanzaban proclamas shiíes.

El Emirato consiguió aislarle en gran parte formando una coalición con los Banu Qasi, una importante familia muladí: Los Abdallah y el 16 de mayo del año 891 Ibn Hafsún es derrotado en la dura y decisiva batalla en Poley (el nombre árabe de Aguilar de la frontera) cuando éste parecía estar dispuesto al asalto definitivo de Córdoba, lo cual fue una victoria decisiva, pues la situación en dicho momento no podía ser peor para Abdal: casi todos el Al-Andalus se había emancipado, quedando el país fragmentado en mansos, con evidente mayoría de autóctonos, mozárabes o muladíes. Se considera que fue un gran error estratégico de Omar enfrentarse a las tropas de emir en campo abierto perdiendo Ecija y otras plazas del Guadalquivir que en parte volverían luego a Ben Hafsún.

Aún así, logrará mantener algunos años más su poderío, si bien con el inicio del nuevo siglo vuelven a romperse alianzas con otros rebeldes, con lo que el control de las plazas por él controladas directamente o a través de pactos también las pierde. El nuevo siglo verá el inicio del declive de Omar agravado por su controvertida conversión en el año 899 y al instalar un obispo cristiano en Bobastro y construir allí una iglesia convirtiéndose al cristianismo en el final de sus días, adoptando el nombre de Samuel, e intentando también el reconocimiento de su estado por el rey asturiano Alfonso III, quien no tuvo en cuenta sus pretensiones y aprovechó dicha controversia para extender su reinado hasta los territorios del Duero, ganándose la legitimidad de la población de la montaña malagueña. Su bautizo produjo que se rompiera varios pactos establecidos con las tribus bereberes y árabes enfrentadas al poder del Emirato de Córdoba. Además de restarle partidarios en concreto, los hispanomusulmanes o muladíes, pues muchos no aprobaron que abrazara de nuevo el cristianismo de sus antepasados. Sevilla y Carmona dominada por el árabe Ibrahim ibn Hayyay rompen con él, la nueva derrota de Ben Hafsún en Estepa permite al emir cordobés reconquistar Jaén en el año 903, los beréberes Banu Jali también rompen su alianza con el caudillo hispano y se someten al emir, Bobastro es atacada y todo su reino atravesado por los ejércitos enemigos perdiendo Martos en el 906. La muerte del emir Abd Allah y la llegada al trono en el 912 de su nieto Abderramán III, agravan aún más la situación pues el joven omeya quiere pacificar su reino y organiza un gran ejército con el que conquista de nuevo Écija. Después marcha sobre la Cora de Elvira tomando Baza y Salobreña evitando el ataque directo contra Bobastro, por lo que en esta primera expedición Abderramán III recupera 70 plazas fuertes y 300 refugios fortaleza menores. En el 914 un nuevo ataque omeya, esta vez por la Cora de Takoronna, le vence en Ojén y sigue por la costa hacia Algeciras ya que Abderramán III decide seguir sobre Sevilla que se somete, no así Carmona que sigue bajo los Banu Hayyay y es sitiada hasta caer en el 917. Y es en ese mismo año cuando Omar ben Hafsún muere.

Tras la muerte del Líder de hafsuní, la revuelta permanecerá viva algunos años más. El primero en sucederle fue su hijo mayor Ya?far, quien tras perder varias plazas en el 919 decide rendirse ante Abderramán III .De hecho, incluso trató de islamizar de nuevo a sus seguidores, lo que le granjeó el rechazo de muchos de ellos, provocando una conspiración que acabó con su asesinato en el castillo de Bobastro en octubre del 920. Le sucedió entonces su hermano Sulaymán, posiblemente el más valeroso de los hijos de Omar ben Hafsún el cual gobernaría durante siete años, en los cuales recupera Ojén brevemente, pierde Jete y Almuñécar en el 921 y muere en una emboscada en el año 927 contra el primer califa. Finalmente su hermano Hafsúm asume el mando, quien tras perder Málaga y ser asediado en Bobastro rinde la mítica plaza el 19 de Enero del 928 pudiendo sólo gobernar durante unos meses siendo la caída definitiva de Bobastro y el clan de los Hafsún tuvo que irse al exilio. A su hermana santa Argentea, se la recuerda en la Iglesia Católica como virgen y mártir.

Había caído Bobastro, la inexpugnable, símbolo de la resistencia mozárabe-muladí contra el poder árabe y capital de un reino español independiente al sur del Emirato de Córdoba, llegando a extenderse desde Cádiz hasta Granada. Tras 50 heroicos años de resistencia cayó la ciudad rebelde que comenzó siendo un mero bastión militar y que llegó a acoger a unos 10.000 habitantes de origen español (la mayor parte refugiados durante la guerra civil acaecida durante el reinado de Al-Mundhir) contando con palacios, alcázares y sólidas murallas. Tras tomar Bobastro, Abderramán III, el más grande Califa de Occidente, ordenó profanar la tumba de su enemigo Omar ben Hafsún y su hijo mayor Ya?far y los expuso al público en Córdoba y luego, esparció sus cenizas al viento. También desterró de Al-Andalus a muchos mozárabes partidarios de los hafsuníes, alcanzando de este modo con su victoria un gran prestigio que le animó a proclamarse Califa en el 929.

Omar cometió dos errores estratégicos: Primero enfrentarse en campo abierto a las tropas del Califa, batalla de Poley (Aguilar de la Frontera, Córdoba), de donde sale derrotado estrepitosamente; y segundo, convertirse al cristianismo en el final de su vida, reduciendo con ello su poder de convocatoria y bajando su carisma de líder indiscutible. Su muerte acaece en Bobastro en el año 917.

Omar ben Hafsún, «Jefe de toda la raza española del Mediodía» lo llamó el holandés Dozy, «Caudillo de la oprimida nacionalidad española» que decía Simonet, podría ser considerado como el Cid olvidado, otro héroe popular al estilo de bandoleros. Sánchez Albornoz escribió sobre Omar ben Hafsún «otra vez la raza hispana alumbró un gran capitán popular (…) que los españoles, cristianos o musulmanes amaron con pasión».

Hoy día, las cumbres de Bobastro tienen diversos árboles diseminados (pinos, olivos, almendros, higueras, matorral de monte bajo,?) y un gran lago artificial que a buen seguro sorprenderá al intrépido viajero por su magnitud, por su capacidad para embalsar agua, por el salto que provoca al vacío.

Ahora, quizá sea hora de pensar en bajar. De las Mesas se irá con la sensación de haber oído los susurros de la historia mezclados con el viento.

En El Chorro, las centrales hidroeléctricas allí ubicadas producen la energía que se lleva ?en una ocasión por apagón en cadena hasta Suecia? a los puntos más dispares. La más moderna, La Encantada, produce cifras que llegan a marear. La más antigua ya duerme bajo las aguas del pequeño embalse que ahora se contempla.

El salto de El Chorro tiene un canal de unos cuatro kilómetros de longitud que atraviesa el Guadalhorce por un acueducto atrevidísimo, construido en 1904. Para comunicar El Chorro con el Gaitanejo se creyó oportuno la construcción de un camino de peatones que permite el paso ?ahora, por desidia de los hombres, en malísimo estado de conservación, con evidente peligro si se adentra por él? entre ambas centrales hidroeléctricas (1).

Datos curiosos:

– (1) Este camino es el llamado ?Caminito del Rey? por él caminó Alfonso XIII, cuando inauguró el Pantano del Conde del Guadalhorce, en 1921.

-A su hija, Santa Argentea, se la recuerda en la Iglesia Católica como virgen y mártir.

Autor: Juan Acedo

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