En sus propios escritos sobre su cuadro, Munch dijo que estaba caminando junto con unos amigos cuando el cielo se tornó rojo sangre: «Me quedé paralizado temblando de ansiedad y sentí que un grito infinito atravesaba la naturaleza».
Morten Zondag, un experto en Munch de la casa de arte Blomqvist en Oslo, consideró que tenía sentido. «Si uno examina los textos, advierte que es un grito de la naturaleza». «El hecho es que logró pintar un sonido», dijo Soerensen: «se trata de la ansiedad de una persona moderna». Flaaten dijo que las manos de la figura parecen estar cubriendo las orejas, protegiéndolas de un grito. Pero también podría estar asiéndose la cabeza, gesto clásico de un grito.
Sea como fuere, esta espectacular fotografía que José Luis Escudero ha conseguido captar y recuerda en cierto modo al cuadro del grito de Munch a la malagueña.